Parte 1
Parte 2
Parte 3
Parte 4
Parte 5
El mar estaba tranquilo, las aguas transparente invitaban al baño y Albert disfrutaba como un chiquillo, se había acercado a unos delfines y les acaricaba el lomo mientras le hacía señas a George para que se reuniera con él en el agua. Su asistente dudaba, el calor le inclinaba a quitarse la chaqueta y acercarse al agua, donde parecía que se estaba tan bien, pero su recato habitual le cohibía hasta el punto que miró una y otra vez a su alrededor comprobando que no había nadie antes de empezar a desnudarse para reunirse con Albert.
Detrás de unas rocas, una pareja observaba la escena intentando no hacer ruído, para que no los descubrieran.
-Vaya, pues George no está nada mal para la edad que tiene ¿no crees? -comentó Eliza.
-¡No! -dijo Tom con firmeza-. ¡Y no mires! ¡Eres una señorita!
-¿De veras? ¿Ahora soy una señorita? Porque para otras cosas...
-Chist! -Tom la mandó callar, lo que faltaba ahora es que George, completamente desnudo, los descubriera, no es que él tuviera nada que envidiar a George, claro-. ¡Maldita sea!
-¿Qué pasa ahora, Tom?
-Tu madre... y tu tía, vuelven.
Era cierto, la tía Elroy encabeza la marcha de vuelta a la playa, protestando mientras Sarah y García la seguían.
-¡Son idotas, idiotas!
-Eran caníbales, tía.
-¡Eso no es excusa! ¡Querer comerse a mi criado! Claro que García tiene bastante carne para alimentar a toda esa tribu de famélicos, pero ¡primero tenían que pedirme permiso! ¿Pero a qué lugar ha venido tu hijo a montar una fiesta?
-Ya sabe, tía, los jóvenes van a los sitios que están de moda.
-Con lo bien que se está en casa -tía Elroy se apoyó en el bastón, un poco torcido después de golpear con él a los caníbales para que no se comieran a García. No porque le tuvieran un gran cariño a su criado, sino porque lo necesitaban para cargar con el baúl-. ¿Qué es eso?
Tia Elroy miraba a la playa.
-Parecen delfines -dijo Sarah, mirando en la misma dirección, pero la tía Elroy no miraba ya el mar, sino mucho más cerca, donde un hombre desnudo se acercaba a la orilla saltando para no quemarse con la arena.
-¡George! -bramó tía Elroy, avanzando hacia él, mientras el asustado asistente se daba la vuelta intentando hacerle una reverencia y taparse al mismo tiempo.
-¡Señora Elroy! ¡Señora Legan! -el color de George pasó de pronto del blanco lechoso al rojo intenso.
-¿Qué demonios está haciendo, George? ¡Desnudo! ¡No le da vergüenza!
Evidentemente, a George si le daba vergüenza y bajó la cabeza, consternado.
-Creo que hay alguien con los del delfines -comentó García, el único que no parecía interesado en mirar a George-. Creo que es el señor Andrew.
Efectivamente, Albert se había subido a uno de los delfines y cabalgaba sobre las olas disfrutando del mar.
-¡También está desnudo! ¡Albert, vuelve inmediatamente! ¿Qué pasará cuando vengan las chicas y los vean? ¡Esto es una vergüenza para nuestra casa! ¡Corra, George! ¡Vistase!!
George no necesitó que se lo dijeran dos veces, corrio hasta su ropa y empezó a vestirse.
-Este no es el lugar de la fiesta, señora, el arecife está un poco más lejos, no verán al señor Andrew...
-Estupendo, usted nos conducirá hasta él, ¡Y saque a Albert del agua, García! -ordenó tía Elroy-. ¡Pero no se atreva a desnudarse! -añadió, al ver que su criado se llevaba las manos a la cremallera del pantalón. García respolón y se metió en el agua vestido, gritando para atraer la atención de Albert.
-¡Señor! ¡Señor! Es su glup tía glup en l glup glup glup.
-¡¡García!! ¡¡le hemos salvado de los caníbales, no se atreva a ahogarse!!
Albert observó de pronto lo que estaba pasando y se apresuró a rescatar a García antes de que se ahogara, los delfines lo ayudaron a llevarlo a la playa.
-Vaya, tía, ¿no le apetece un baño? -bromeó, mientras con una ágil finta esquivaba el bastón de la tía Elroy.
-¡Vistete o llegaremos tarde a la fiesta! -ordenó ella, Albert pensó que era mejor obedecer, de todas formas, la fiesta estaría ya casi a punto de empezar.
Sarah se acercó a la tía Elroy.
-Bueno, al menos hemos resuelto el misterio de la barca, era de Albert -dijo Sarah, la tía Elroy bufó y golpeó con el bastón a García para que se levantara y volviera a cargar con el baúl.
-Vamos, George, conducenos a la fiesta.
Detrás de las rocas, Tom y Eliza observaron cómo se alejaban.
-Bueno, al final todo ha salido bien y, si los seguimos, llegaremos a la fiesta sin problemas -concluyó Tom, Eliza le echó los brazos al cuello.
-Bueno, tampoco hay prisa.
-pero la fiesta estará a punto de empezar.
-Nunca aprenderás, Tom, ¿es que no sabes que es de buen tono llegar tarde? -sonrio Eliza, Tom pensó que, en cuestiones de la alta sociedad, era ella la que sabía.
-Pues tendremos que entretenernos en algo mientras esperamos -comentó, empezando a besarla en el cuello.
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El mar estaba tranquilo, las aguas transparente invitaban al baño y Albert disfrutaba como un chiquillo, se había acercado a unos delfines y les acaricaba el lomo mientras le hacía señas a George para que se reuniera con él en el agua. Su asistente dudaba, el calor le inclinaba a quitarse la chaqueta y acercarse al agua, donde parecía que se estaba tan bien, pero su recato habitual le cohibía hasta el punto que miró una y otra vez a su alrededor comprobando que no había nadie antes de empezar a desnudarse para reunirse con Albert.
Detrás de unas rocas, una pareja observaba la escena intentando no hacer ruído, para que no los descubrieran.
-Vaya, pues George no está nada mal para la edad que tiene ¿no crees? -comentó Eliza.
-¡No! -dijo Tom con firmeza-. ¡Y no mires! ¡Eres una señorita!
-¿De veras? ¿Ahora soy una señorita? Porque para otras cosas...
-Chist! -Tom la mandó callar, lo que faltaba ahora es que George, completamente desnudo, los descubriera, no es que él tuviera nada que envidiar a George, claro-. ¡Maldita sea!
-¿Qué pasa ahora, Tom?
-Tu madre... y tu tía, vuelven.
Era cierto, la tía Elroy encabeza la marcha de vuelta a la playa, protestando mientras Sarah y García la seguían.
-¡Son idotas, idiotas!
-Eran caníbales, tía.
-¡Eso no es excusa! ¡Querer comerse a mi criado! Claro que García tiene bastante carne para alimentar a toda esa tribu de famélicos, pero ¡primero tenían que pedirme permiso! ¿Pero a qué lugar ha venido tu hijo a montar una fiesta?
-Ya sabe, tía, los jóvenes van a los sitios que están de moda.
-Con lo bien que se está en casa -tía Elroy se apoyó en el bastón, un poco torcido después de golpear con él a los caníbales para que no se comieran a García. No porque le tuvieran un gran cariño a su criado, sino porque lo necesitaban para cargar con el baúl-. ¿Qué es eso?
Tia Elroy miraba a la playa.
-Parecen delfines -dijo Sarah, mirando en la misma dirección, pero la tía Elroy no miraba ya el mar, sino mucho más cerca, donde un hombre desnudo se acercaba a la orilla saltando para no quemarse con la arena.
-¡George! -bramó tía Elroy, avanzando hacia él, mientras el asustado asistente se daba la vuelta intentando hacerle una reverencia y taparse al mismo tiempo.
-¡Señora Elroy! ¡Señora Legan! -el color de George pasó de pronto del blanco lechoso al rojo intenso.
-¿Qué demonios está haciendo, George? ¡Desnudo! ¡No le da vergüenza!
Evidentemente, a George si le daba vergüenza y bajó la cabeza, consternado.
-Creo que hay alguien con los del delfines -comentó García, el único que no parecía interesado en mirar a George-. Creo que es el señor Andrew.
Efectivamente, Albert se había subido a uno de los delfines y cabalgaba sobre las olas disfrutando del mar.
-¡También está desnudo! ¡Albert, vuelve inmediatamente! ¿Qué pasará cuando vengan las chicas y los vean? ¡Esto es una vergüenza para nuestra casa! ¡Corra, George! ¡Vistase!!
George no necesitó que se lo dijeran dos veces, corrio hasta su ropa y empezó a vestirse.
-Este no es el lugar de la fiesta, señora, el arecife está un poco más lejos, no verán al señor Andrew...
-Estupendo, usted nos conducirá hasta él, ¡Y saque a Albert del agua, García! -ordenó tía Elroy-. ¡Pero no se atreva a desnudarse! -añadió, al ver que su criado se llevaba las manos a la cremallera del pantalón. García respolón y se metió en el agua vestido, gritando para atraer la atención de Albert.
-¡Señor! ¡Señor! Es su glup tía glup en l glup glup glup.
-¡¡García!! ¡¡le hemos salvado de los caníbales, no se atreva a ahogarse!!
Albert observó de pronto lo que estaba pasando y se apresuró a rescatar a García antes de que se ahogara, los delfines lo ayudaron a llevarlo a la playa.
-Vaya, tía, ¿no le apetece un baño? -bromeó, mientras con una ágil finta esquivaba el bastón de la tía Elroy.
-¡Vistete o llegaremos tarde a la fiesta! -ordenó ella, Albert pensó que era mejor obedecer, de todas formas, la fiesta estaría ya casi a punto de empezar.
Sarah se acercó a la tía Elroy.
-Bueno, al menos hemos resuelto el misterio de la barca, era de Albert -dijo Sarah, la tía Elroy bufó y golpeó con el bastón a García para que se levantara y volviera a cargar con el baúl.
-Vamos, George, conducenos a la fiesta.
Detrás de las rocas, Tom y Eliza observaron cómo se alejaban.
-Bueno, al final todo ha salido bien y, si los seguimos, llegaremos a la fiesta sin problemas -concluyó Tom, Eliza le echó los brazos al cuello.
-Bueno, tampoco hay prisa.
-pero la fiesta estará a punto de empezar.
-Nunca aprenderás, Tom, ¿es que no sabes que es de buen tono llegar tarde? -sonrio Eliza, Tom pensó que, en cuestiones de la alta sociedad, era ella la que sabía.
-Pues tendremos que entretenernos en algo mientras esperamos -comentó, empezando a besarla en el cuello.