Atlántida de Terry
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Atlántida de Terry

Sirenas, Por Terry soñamos y creamos en el fondo del mar.


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Entre arena y espuma (Minific para Neal)

5 participantes

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1Entre arena y espuma (Minific para Neal) Empty Entre arena y espuma (Minific para Neal) Jue Ago 12, 2010 7:12 pm

Raelana

Raelana
Perla rosada
Perla rosada

Entre arena y espuma

Las olas enfurecidas se elevaban al cielo como blancas nubes de espuma. El mar rugía, desbocado, antes de morir en la playa. El viento comenzaba a traer aire de lluvia y Neal se sentó sobre la arena húmeda, como cada tarde, a contemplar la puesta de sol.

Miami le había dado el mar, pero no la paz de espíritu. Se sentía a gusto mirando las olas rompientes, el mar inquieto, las aguas turbias. El verano avanzaba, demasiado caluroso. Estaba deseando que se alejara, que llegara el otoño: el viento, las hojas secas en el jardín... No sabía cómo sería el otoño en Miami, a veces le parecía que el resto de su vida sería un largo y eterno verano. Puede que ni siquiera lloviera, sólo era una nube lo que veía a lo lejos, no le hubiera importado ver llover sobre el mar.

Ese iba a ser un cumpleaños distinto. Sin fuegos artificiales, sin música ni un enorme pastel, sin regalos que abrir con entusiasmo. Tampoco estarían sus primos gastándole bromas y haciéndole enfadar, ni tía Elroy le diría que no bebiera demasiado champán. Habría podido traerse una botella a la playa, no había pensado en ello, hacer su propia fiesta privada con el mar y las estrellas. ¿Qué mejor compañía? Allí, solo, en la playa, era donde deseaba estar.

Su madre y su hermana habían protestado. Ellas habían querido hacerle una gran fiesta, a pesar de que apenas conocían a nadie en la ciudad. Eso no les importaba, enviarían unas cuantas invitaciones y la casa se llenaría de desconocidos que le felicitarían y le traerían regalos. Era dificil hacerles comprender que prefería estar solo, que necesitaba comprender y aceptar que las cosas habían salido mal, que nunca volvería a verla. ¿Era tan dificil de entender? Eliza negaba con la cabeza, decía que no le convenía encerrarse en sí mismo ni estar solo tanto tiempo, su madre era más comprensiva y regañaba a su hermana.

-Lo que Neal necesita es tiempo –decía.

Neal agradecía las palabras de su madre, pero no estaba de acuerdo con ella, sentía que el dolor seguiría estando siempre dentro de él, demasiado profundo para poder arrancarlo. Neal esbozaba una mueca cuando la gente aludía a lo que creían que era sólo un capricho. ¡Que pensaran lo que quisieran! Ya desearía él que Candy hubiera sido sólo un capricho, que simplemente mirando a otra joven hermosa pudiera olvidar aquellos ojos que brillaban como las estrellas, aquellas coletas rubias que relucían más que el sol.

Deseaba odiarla. Era más fácil odiar que amar, mucho más fácil. Lo había intentado. Había recorrido una y otra vez todos sus defectos, había revivido el momento del rechazo, intentando concentrarse en la rabia, pero no había servido de nada. De día era fácil, lanzaba miradas desdeñosas a todos y actuaba como si no pasara nada pero de noche, todas las noches, cuando estaba a solas, tenía que confesarse que la seguía amando.

El cielo empezó a iluminarse, un millar de estrellas empezaron a atrevesar aquella noche sin luna, miles y miles de estrellas fugaces en un lluvia luminosa que Neal contemplaba asombrado. Las perseidas parecían guiñarle los ojos desde el cielo, recodándole que siempre tendría fuegos artificiales en su cumpleaños, aunque no los quisiera. Una tímida sonrisa animó su rostro. Pidió un deseo. Hay que pedir un deseo si ves una estrella fugaz y él estaba viendo miles. Cerró un momento los ojos, pensó en Candy y los abrió.

Había sido una tontería, pero nadie lo sabría nunca. Neal se levantó y se acercó a la orila, se había quitado los zapatos y dejaba que el agua mojara sus pies descalzos. Estaba fría, fría y salada, las olas lamían sus pies como una caricia.

La vio entonces, surgiendo de las aguas, con una sonrisa en los labios. Estaba mojada, los rizos rubios se habían pegado a su frente y tuvo que apartárselos con la mano. Neal la miraba como si estuviera viendo un fantasma, ella se rió al ver su sorpresa, le guiñó un ojo y le sacó la lengua. Tenía que ser real, pensó Neal, los fantasmas no sacan la lengua. Llevaba un vestido blanco que se le pegaba a la piel. Neal pensó que nunca la había visto tan hermosa.

-Candy… pero…

-Shist, no digas nada –ella le puso la mano en los labios-. Neal, he sido muy injusta contigo. A todos les he dado una oportunidad menos a ti. He decidido que tengo que remediar eso, que voy a darte una oportunidad.

El roce de la mano de Candy sobre su piel hizo temblar a Neal. Candy olía a mar, sabía a mar, Neal le dio un tímido beso en la mejilla y ella sonrió, casi no se atrevía a tocarla por miedo a que se desvaneciera entre sus brazos.

-¿Me darás tú una oportunidad a mí, Neal? –preguntó Candy, mirándolo a los ojos.

-Candy, yo… esto es un sueño.

-No, es real.

Candy acercó sus labios a los de Neal, despacio, rozándolos apenas antes de fundirse en ellos. Neal la rodeó con sus brazos y sintió el cuerpo tembloroso de ella. Se dejaba llevar, invadió su boca con la lengua en un beso que parecía que no terminaría nunca, acarició su cuerpo suavemente mientras sentía cómo las manos de ella recorrían el suyo. Se separaron un momento, para mirarse. El cogió la cinta que ataba una de sus coletas y tiró de ella, el cabello de Candy cayó sobre sus hombros como una cascada dorada.

-¿Te casarás conmigo, Candy? Esta vez de verdad, sin tener que obligarte, ni secuestrarte… -se detuvo, pensando que se había portado como un idiota, Candy se rió al escucharlo.

-No necesitas nada de eso, ¿no ves que estoy aquí, contigo? Estamos juntos, no pienses en otra cosa.

Neal asintió y volvió a besarla, no encontró ninguna resistencia en ella, que respondia a sus caricias. De pronto ya no importaban las estrellas, ni el aire, ni el mar, ni siquiera las incipientes gotas de una pasajera tormenta de verano que empezaban a caer. El agua de lluvia se mezclaba con el agua del mar, se dejaron caer al suelo y se amaron desesperadamente, en la orilla, golpeados por las olas, por la lluvia, mojados por sus besos, porque Neal no podía dejar de besarla, como si sólo con sus labios pudiera convencerse de que era real.

La tormenta pasó tan rápido como había aparecido, las últimas estrellas aún corrían en el cielo, se quedaron callados, muy juntos, contemplando el cielo. Neal se sentía feliz.

-Es el mejor cumpleaños que he tenido –murmuró, Candy le contestó con una sonrisa y le abrazó.

Se quedaron dormidos, la marea retrocedía, el cuerpo de Candy era cálido y agradable. Neal pensó que ahora estarían juntos toda su vida. Era lo que más deseaba.

Un golpe en el costado hizo que se despertara de pronto y mirara a su alrededor, aturdido. Ya era de día, el sol había secado sus ropas y un anciano le había dado un puntapié y había seguido paseando por la playa, murmurando para sí algo sobre jóvenes borrachos. Neal frunció el ceño, él no estaba borracho, no había bebido nada la noche anterior, sólo lluvia, besos y agua de mar. Se incorporó, recordandolo todo de pronto. Estaba solo. No había ni rastro de Candy. No lo entendía. Neal se levantó y se acercó al agua, pero no estaba allí. Corrió por la playa, buscándola, pero no la veía por ninguna parte. Al final, derrotado, se dejó caer de nuevo sobre la arena.

-Qué idiota –se decía-. Fue un sueño, tuvo que ser un sueño.

Al menos nadie lo sabría, se consoló. Debería volver a casa, su madre estaría preocupada y mandaría a alguien a buscarlo. Bueno, podía esperar allí hasta que lo encontraran. No quería moverse, quería seguir soñando, pero no podía. El día le traía de nuevo la realidad, esa realidad que no deseaba ver aunque la tuviera siempre presente. Neal suspiró y miró las olas que se elevaban intentando alcanzar el cielo, no se dio cuenta de que sus manos jugueteaban con algo, una cinta del pelo.


Despertar, de Héroes del silencio


quien nos devora,
que una pesadilla me parte en dos?
tanto odio encontró
en la melodía que ahoga mi voz?

todo se olvida al despertar
una vez más
sólo puedo soñar
entre arena y espuma

cómo puedo olvidar
a alguien que un día me quiso ayudar?
si no sé perdonar
el daño que has hecho a mi alrededor...

todo se olvida al despertar
una vez más
sólo puedo soñar
entre arena y espuma,
entre arena y espuma...

todo se olvida al despertar
una vez más
sólo puedo soñar
entre arena y...
todo se olvida al despertar
una vez más
sólo puedo soñar
entre arena y espuma [center]



No era mi intención hacer un songfic, pero cuando estaba terminado el fic me acordé de esta canción, y bueno, creo que cuela Wink

Weissesherz

Weissesherz
Perla negra
Perla negra

Bellísimo Raelana!

Qué son los sueños sino hologramas verdad?
Neal fue muy feliz viviendo su sueño...
aunque luego tuviera que despertar.

Le vino bien la canción Entre arena y espuma (Minific para Neal) 54630

Annabel Lee

Annabel Lee
Perla beige
Perla beige

Amiga, leí el otro día este aporte pero la vida no me dio tiempo de dejarte una nota antes de que te fueras de vacaciones, pero no quise dejar pasar el tiempo así que aquí me tienes.

¡Muchas felicidades! Es un song fic bellísimo y muy emotivo.

¡Gracias por compartirlo amiga!

Te mando un gran abrazo.

Besitos del corazón:
Annabel Lee

http://lashistoriasdeannabellee.blogspot.mx/

Mimicat

Mimicat
Perla rosada
Perla rosada

Que bonito Rae,me encantó!!!!!!!!
Felicidades nena

Gigi

Gigi
Perla beige
Perla beige

Buaaaaa, de esos sueños a veces se quisiera mejor no haber despertado no? comprendo perfectamente a Neil, y me agrada que por lo menos haya cumplido su deseo en su cumpleaños.

Tienes razon, la cancion le queda al dedazo! disfruta tus vacaciones Rae!

Gi

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