No es fácil romper con viejos hábitos. Durante muchos años fui un tipo que prefería la soledad aunque estuviera llena de vacíos. ¡Qué contradictorio! ¿No es así?
Siempre pensé que aquel dicho que reza: "Más vale solo que mal acompañado" era una verdad que no podía ser negada así que con tal de no sufrir más desencantos, me sumergí en las aguas del mar de la soledad por voluntad propia.
Pasaron muchos años antes de que por fin aprendiera que el aislamiento evita las decepciones, es verdad, pero también evita las alegrías y los momentos de amor que hay en la vida.
No fue fácil pero desde que descubrí esta premisa me he esforzado por acercarme un poco más a la gente a pesar de los riesgos, y los resultados no han sido tan desastrosos como en un tiempo pensé que serían.
Amo estar solo pero ya no para huir del dolor ni para ocultar lo que me duele.
Todos los días hago un esfuerzo por no caer en esos viejos hábitos y por disfrutar mi compañía sin imaginarme interpretando una vida mejor que la mía.
En mi soledad me doy palabras de aliento, me felicito por mis éxitos y me conforto por mis fracasos. Valoro cada instante que respiro porque no importa si las cosas marchan bien o mal, siempre tengo una oportunidad para ser mejor... siempre mejor de lo que fui.
Terruce G. Grandchester
Octubre de 2009
Siempre pensé que aquel dicho que reza: "Más vale solo que mal acompañado" era una verdad que no podía ser negada así que con tal de no sufrir más desencantos, me sumergí en las aguas del mar de la soledad por voluntad propia.
Pasaron muchos años antes de que por fin aprendiera que el aislamiento evita las decepciones, es verdad, pero también evita las alegrías y los momentos de amor que hay en la vida.
No fue fácil pero desde que descubrí esta premisa me he esforzado por acercarme un poco más a la gente a pesar de los riesgos, y los resultados no han sido tan desastrosos como en un tiempo pensé que serían.
Amo estar solo pero ya no para huir del dolor ni para ocultar lo que me duele.
Todos los días hago un esfuerzo por no caer en esos viejos hábitos y por disfrutar mi compañía sin imaginarme interpretando una vida mejor que la mía.
En mi soledad me doy palabras de aliento, me felicito por mis éxitos y me conforto por mis fracasos. Valoro cada instante que respiro porque no importa si las cosas marchan bien o mal, siempre tengo una oportunidad para ser mejor... siempre mejor de lo que fui.
Terruce G. Grandchester
Octubre de 2009