Atlántida de Terry
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Atlántida de Terry

Sirenas, Por Terry soñamos y creamos en el fondo del mar.


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Sirena Gisela "Pintora de Ilusiones y fantasías" - MINI-RELATO "My hero"

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Gigi

Gigi
Perla beige
Perla beige

Este es un relato corto, sólo para pasar un buen momento, que Terrence G. Grandchester se de cuenta de que no puedo dejar de pensarlo ni un instante. Que lo imagino en ésta y mil situaciones más…
…y siempre con el afán de verte feliz, amor mío.


Gisela… Pintora de Ilusiones y Fantasías

My Hero


Cada vez que llegaba a la oficina de Robert Hathaway, su secretaria Claire Welling me recibía con una cálida sonrisa. Detrás de sus gafas gruesas, los ojos azul violeta refulgían traviesos y esa callada adoración que podía leer en sus ojos me divertía y a veces me enternecía.



Su cabello sujeto en un peinado alto hecho al descuido o a las prisas, pues hebras color rubio cenizo se escapaban dándole un aspecto de ratón de biblioteca.



Varias veces estuve a punto de ser víctima de su torpeza. No lo digo en ánimo peyorativo, sino que parecía no ser muy diestra con las manos, las carpetas se le caían o tropezaba con los muebles.



Un día en que ella abandonaba el despacho de Robert, me aventuré a cuestionar.



-¿Por qué la tienes aún si no es muy “hábil” por lo que veo? Digo, conociendo lo quisquilloso y perfeccionista que eres.

-No sé cómo hace para tener todo a tiempo, es rápida y eficiente a pesar de su torpeza… que se acentúa cuando vienes tú.


Dato interesante.


Sobre el escenario, los técnicos arreglaban las luces. Estaba tan absorto en el estudio de mi papel que no me dí cuenta de ello. Así que me coloqué en mi posición para empezar a ensayar. Ruido estrepitoso sobre mi cabeza, un deja vu terrible en mi corazón me inmovilizó por un segundo.



Por fin, se cumpliría el destino que la vida me había preparado a mí, no a mi recién fallecida prometida.



Sin embargo, un fuerte empujón me quitó de ahí, y al disolverse el polvo me encontré con el rostro bonito, ahora sin gafas, de Claire. El terror de saberla herida por mi causa, me paralizó, pero su pregunta con la ceja enarcada me regresó el alma al cuerpo.



-¿Está usted bien?

-Sí, pero…Claire… ¿Cómo…?- Estábamos cinco metros lejos de donde había ocurrido la avería.



Nos incorporamos y fuera de la ropa cubierta de polvo, no nos había pasado nada, ni un rasguño. Ella no era pequeña, pero tampoco podía tener la fuerza suficiente para poder moverme, a mí, un hombre de 1.85 de altura y mucho menos a esa distancia.



Tiempo después, Robert me contaría que al momento del accidente, él dictaba un oficio a Claire y de pronto, sólo con volver el rostro un momento, ella ya no estaba. Así enseguida, escuchó el estrépito de las luces al caer y al llegar hasta el escenario, Claire sobre mí, me había salvado la vida.



Esos dos detalles me intrigaron sobremanera, pero ¿Cómo preguntarle a Claire?


Tiempo después, la misma curiosidad que despertaba esa joven en mí me provocó invitarla a cenar, nada formal, sólo una cafetería, Claire y yo.



Por esa y otras salidas más, supe que venía de Kansas, en busca de ser reportera y que aún no lo lograba. La decisión en su mirada y en su voz me encantó. No era fácil para una mujer abrirse paso en un mundo de hombres. Así conviviendo, llegamos a ser buenos amigos y pensé que algo no estaba funcionando conmigo, porque cada vez que no la veía tenía la imperante necesidad de saber de ella y cuando por fin podía estar con Claire, me llenaba de paz y tranquilidad.



Por cierto, una noche, la besé. Sin embargo, lo más singular estaba a punto de suceder.



Era una noche fría, sin estrellas. Salía del teatro y caminaba rumbo a mi auto, no bien había atravesado la calle cuando un malandrín se acercó hasta mí y me amenazó. Una pistola surgió de la bolsa de su abrigo. Me indicó que caminara y me llevó hasta un callejón oscuro, tan sólo la luz de un farol trataba de iluminarnos.



Al momento, otros dos tipos salieron de entre las sombras y los destellos de navajas de muelle me alertaron.



De muy mal modo me exigieron mis cosas, sin embargo, el hecho de que no repararan en mi anillo de oro con una esmeralda, me hizo pensar que todo esto era solamente para hacer parecer a la policía que el móvil había sido el robo. Con un escalofrío supe entonces, que en realidad querían asesinarme y que de no ocurrir un milagro, así sería.



El milagro apareció en la figura de Claire Welling.



Con un rápido movimiento, casi imperceptible al ojo humano, despachó a los dos tipos con navaja, arrojándolos con una fuerza sobrehumana hacia un montón de botes de basura. El de la pistola reaccionó e hizo un disparo directamente hacia mí, lo que confirmaba mi teoría. El plan era deshacerse de mí, pero ¿Por órdenes de quién?



Lo que sucedió enseguida no lo creería si no lo hubiera visto. Claire se interpuso entre la bala y mi corazón, de pie con una mano detuvo el proyectil que con seguridad habría terminado con mi vida. El criminal ante esto quiso salir corriendo, pero la pequeña mujer delante de mí lo sujetó por el cuello y elevó al corpulento hombre.



-¿Quién te envió? ¡Contesta!

-Yo… yo..

-Habla o te rompo el cuello-exigió.

-Legan, Neil Legan.



De nuevo ese gusano infeliz. Ya arreglaría cuentas con él. Por lo pronto, Claire desmayó al tipo con un simple apretón en la carótida y volteó hacia mí.



-¿Estás bien?- su cabellera se había liberado cayendo sobre los hombros cubiertos con una caperuza roja. El traje azul marino hacía un bonito contraste.

-Sí, muchas gracias pero tienes mucho qué explicarme.

-Con gusto… ¿Esperamos a la policía?

-No, creo que estos desdichados ya tuvieron su merecido. Después ajustaré cuentas con el cerebro detrás de todo este lío.

-¿Vamos a tu departamento?

-¡Claire!- me sorprendí no tanto por la petición, sino que ahora Claire tenía otra actitud, lejana a la de chica tímida, se veía segura de sí misma y muy hermosa.

-¿Tienes un balcón?

-Claro…

-Sujétate entonces.



Rápidamente se acercó hasta mí y sin decir media palabra rodeó con su brazo mi cintura y enseguida ¡volamos por los aires!



-¡Claire! Espera…

-Disfrútalo, Terry. Mira, las estrellas se habían escondido atrás de las nubes.



Era cierto, las estrellas brillaban con intensidad y sobrevolando las nubes sentí que podía tocarlas con mis dedos. Nuestros rostros estaban cerca, una sensación de seguridad inundó mis sentidos y entonces, distinguí a Claire como la hermosa mujer que ocultaba sus dones detrás de una imagen tímida y apocada.



Llegamos a mi departamento aterrizando en el balcón, de inmediato hice que pasara a la estancia. Sus ropas estaban como si nada hubiera pasado. Su cabello rubio cenizo estaba algo revuelto, pero sus ojazos azules me miraban con ternura. Se despojó de su caperuza y la dejó sobre uno de los sillones.



-Sabía que algo malo podía ocurrirte… lo de las luces tampoco fue casualidad.

-¿Pero cómo te diste cuenta?

-Bueno… yo… - un rubor intenso coloreó sus mejillas- no podía dejar de mirarte.

-¿A qué te refieres?

-Me agradas mucho… creo que así se expresa en este planeta, ¿No?- asentí levemente tratando de entender lo que aquella frase significaba, tanto por lo de “agradas” como por lo de “este planeta”.

-Tú también me gustas… se dice-sonreí al tiempo que un cálido sentimiento se apoderaba de mi corazón.

-La palabra “también” no es apropiada porque lo dije yo prim… ¡Terry!- captó que no la había corregido, no del todo.



La sujeté por la cintura y le di un beso cargado con todos los sentimientos recién descubiertos apenas unos días antes.



Entonces así, decidimos llevar a otro plano -cuyos detalles no revelaré aquí- una relación por demás bonita y que daba paz a mi alma.



Nos tuvimos que casar un mes después y no puedo decir que contra mi voluntad, porque fue todo lo contrario. Empezaba a pensar yo en matrimonio cuando Claire me pareció algo diferente en su aspecto.



Lo que me comunicó una tarde de otoño, no lo hubiera creído si no supiera que Claire no pertenecía a nuestro mundo.



-Terry, vamos a ser papás.

-Claire…-mi corazón se llenó de alegría, la abracé fuerte y la besé, sin embargo, me pareció inverosímil, quizás ella se equivocaba- apenas hace un mes que estuvimos juntos, ¿Cómo sabes?

-Mira… -abrió su abrigo rojo y apartó la blusa, una ligera curva había aparecido en su vientre antes plano-en dos meses más tendremos a nuestro bebé.



Su mirada refulgía de alegría. Yo aún no salía de mi asombro.



-¿Tres meses para tener un bebé?-pregunté azorado.

-Necesita tiempo para crecer ¿No?- cuestionó ella con ingenuidad real.

-En la Tierra se llevan nueve meses.

-Oops…-levantó las cejas en forma graciosa.

-Tendremos que casarnos ya- la abracé y olí el perfume de su cabello.

-Tenemos tres meses para organizar algo sencillo-afirmó y la miré a los ojos.

-Por supuesto que no… debemos casarnos de inmediato, no quiero que se rumoree sobre tí.

-¿Qué? ¿No es normal tener un bebé cuando dos personas se aman?

-Fuera del matrimonio, no.

-No entiendo, pero si tú dices…- lo aceptó como si le estuviera diciendo que el día está soleado.



La ceremonia fue muy sencilla y sobre todo, sorpresiva para todos. Ante mis ojos, Claire resplandecía y no había novia más hermosa en todo el mundo más que ella. Por supuesto que se habló de nosotros pero al cabo del nacimiento de nuestro primogénito, y yo supongo que al vernos tan felices juntos, nadie más osó hacer algún comentario al respecto. Ah, Neil Leegan tuvo un final horrible. Parece que le debía algún dinero a una banda de gángsters y al poco tiempo apareció su cadáver calzando unos zapatos de concreto en el Río Hudson.


El pequeño Clark es la luz de mi vida. Entre él y su madre me hacen completamente dichoso. Claire me ha dicho que debemos esperar para saber si él tendrá sus poderes extraterrestres o será tan mortal como yo; por lo pronto, Clark parece completamente normal, aunque hay detalles que me hacen sospechar que no será así por mucho tiempo.



Precisamente ayer que visitamos el Museo de Ciencias Naturales, sólo él y yo (pues Claire tuvo que entrevistar al Presidente para el diario El Planeta), un enorme monolito fue movido de su lugar, nadie se explica cómo pudo suceder aquello y menos qué estaba haciendo un niño de cinco años detrás de aquél monumento, sonriente y con mirada traviesa.


De eso me preocuparé después, por ahora debo ir al doctor. En la sección de los arácnidos, temo que un espécimen modificado genéticamente escapó y me mordió en la mano. Siento que puedo trepar por las paredes.

Fin

ladylore

ladylore
Conchita de playa
Conchita de playa

wow...que lindo fic...aunque como seria Terry con superpoderes...

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