Se escuchó un grito desde el otro lado de la palmera haciendo que Mimi diera un brinco tirandose el cokctail encima.
- Siiii ya voy señorito!!!!!
-A ver a qué horas niña!!!
-Dígame señorito -dijo la susodicha haciéndo su acostumbrada reverencia, claro que ahora menos prolongada pues corría peligro de que la pechonalidad se le saliera frente a Neal.
-Ya vas a poner algo para mi cumpleaños? -Preguntó el moreno con una sonrisa discimulada al ver a la Chef con la panza chorreando de cocktail.
-Pero señorito ya es nochecita y quedé de ir a nadar acompañada del hermoso Tritón que conocí en la mañana.
-Tritón!!!!! cuál tritón? perfida resbalosa!!!!!!!
Neal gritó haciéndo que las otras lindas chicas voltaran a verlos.
-Esto va para todas hijas del Kraken!!!! vienen a celebrar MI CUMPLEAÑOS no a andar ligando escamudos.
Entendido?
-Si señorito -respondió la chef haciéndo pucheros pues ya había planeado cómo hacerle para conquistarse al Tritonazo que le presentó La sirena Laurie, quien por cierto aquí en el arrecife ya no andaba tras ella con trapeador en mano regañándola por hacer patitas en el piso limpio.
pero ni modo va entonces el primer regalito para el señorito.
Buuuaaaa quiero mi Tritón!!!!!!!!
BAILANDO TANGO Por Mimicat Estaba nerviosa, mucho muy nerviosa, trataba de acompasar mi respiración pero fue en vano. Sentía que las manos me sudaban, me veía al espejo una y otra vez. El cabello recogido en un chongo en la nuca, la falda y la blusa con la espalda descubierta. El uniforme reglamentario para mi clase de baile. ¡cielos! Quién creyera que me inscribiría en la clase de baile y aún más que haya durado lo suficiente como para llegar a este día. Ese día sería cuando me examinaran para avanzar de nivel, de intermedio a avanzado. Mi pareja de baile no llegaba el ingrato, habíamos ensayado tanto y no llegaba. Una a una la parejas fueron entrando al salón para su examen, los vía salir eufóricos por el éxito obtenido por algunos. Otros salían con una discreta sonrisa en los labios. Mi turno estaba por llegar y no tenía pareja, cuando me llamaron entré el salón, ahí estaban en una mesa larga cuatro personas que me calificarían la rutina. Tenían los rostros inexpresivos y un tanto fastidiados pro la larga jornada de trabajo y lo menos que deseaban era tener que resolverle el problema a una joven sin pareja para el examen. Para mi desgracia ninguno de los jóvenes que ya habían pasado estaban dispuestos a bailar conmigo. Y ahí estaba yo, parada en medio del salón, sentía que la garganta se me cerraba y que seguro las lágrimas me traicionarían. Bajé la cabeza y giré a la puerta para salir. Cuando de repente una mano me detuvo. -Yo bailaré contigo –me dijo con una leve sonrisa en sus labios- te he visto en los ensayos, yo seré tu pareja en esta ocasión. Yo levanté los ojos para verlo de frente, ahí estaba él, alto, de hombros anchos y cintura breve. Tenía los ojos más hermosos que yo haya visto jamás. El ámbar de sus irises me miraban. Era endemoniadamente guapo con cierto aire arrogante pero a la vez gentil. Era uno de los chicos de la clase de avanzados, cuando él bailaba los demás nos las arreglábamos para verlo bailar. Apenas y podía creer que fuera precisamente él quien tuviera la amabilidad de ir a mi rescate. -Sólo te pido que cierres los ojos- me dijo al oído- y déjate guiar por mi. Conoces tu rutina verdad? –me preguntó con tono sugerente. -Así es –le respondí- ¡con los ojos cerrados! -Pues bien, te pondrás en posición de inicio y cerrarás los ojos, si no lo haces no me importará dejarte sola a media rutina. Me advirtió con tono autoritario pero a la vez sugerente. Me ofreció el brazo y me llevó al centro del salón. -Cierra los ojos –me ordenó al mismo tiempo que se alejaba.
> Cuando la música nos llevaba en crescendo sus movimientos fueron más rápidos, enérgicos y sensuales. Me elevaba con gran facilidad llevándome hasta su cadera, lanzándome con igual energía para la otra evolución de la rutina. Yo no me atrevía a abrir los ojos, simplemente me dejaba llevar, podía sentir la energía que corría desde sus manos hasta mi cuerpo. Su brazo en perfecta escuadra me llevaba de un lado a otro con delicadeza y energía, yo bajé hasta el piso recorriendo su musculosa pierna hasta estar a sus pies, me sujeté a él, él caminaba hacia atrás llevándome con él en cada movimiento de su pierna. Cuando otro movimiento rápido elevó mi pierna a la altura de su cadera, llevándome con él con poderosa energía y una delicadeza jamás experimentada por mi hasta el momento. Podía sentir el quiebre de su cadera, la fortaleza de sus brazos, la delicadeza de sus manos. La música de hacía cada vez más suave al igual que sus movimientos, rayando en la ternura etérea que sólo él dominaba. Pude sentir su aliento en mi mejilla al abrazarme por la espalda, recorriendo mis costados con sus manos. Los últimos acordes de la melodía nos llevaron a un final energético y pude sentir su corazón latiendo junto al mío, su mano derecha en mi espalda, una de sus piernas perfectamente rectas junto a la mía. Mi rodilla muy cerca de él. Sentí su respiración agitada tan cerca a mí, me llené en un instante de su aliento mentolado y su aroma tan delicioso. Me atreví a abrir los ojos lentamente, y vi sus hermosas facciones tan cerca a mi rostro, él tenía también los ojos cerrados, agitado por el esfuerzo, con el rostro sereno pero perlado en sudor, cosa que lo hacía terriblemente atractivo. Abrió poco a poco los ojos, dejando ver sus pupilas color ámbar que me miraban fijamente. Rompimos la pose del final ayudándome él gentilmente por la cintura para estar nuevamente frente a los examinadores. Tomó mi mano y sin dejar de mirarme a los ojos me dijo. -Un placer verdaderamente exquisito el guiarte. –mientras depositaba un suave beso en mi mano. -Neal Leegan –dijo como en un susurro- y ¿Tu nombre es? -Mimi –le respondí con un hilo de voz- Con la misma desapareció por la puerta del salón, dejándome con la sensación de haber pisado el cielo entre sus brazos. ¿Que si pasé el examen? Si, aunque francamente en ese momento eso era lo de menos. Ahora de vez en cuando, cuando las clases han terminado y así, sin habernos puesto de acuerdo de ante mano. Nos encontramos en el salón, yo cierro los ojos y me dejo llevar por él nuevamente, elevándome hasta el cielo entre sus brazos bailando tango. |