Se acerca Navidad y con ella vienen de vuelta todos los sentimientos de amor, respeto y generosidad que tendemos a olvidar el resto del año.
Dicen que con el amor viene el perdón y que con el perdón se reafirma el amor.
He amado y he perdonado, o al menos eso creo.
De las “ofensas” que más trabajo me han costado superar están las salidas del abandono y la indiferencia. Seguramente porque desde pequeño me tocó vivirlas, nunca he sido capaz de aceptar bien a bien el hecho de que alguien que se supone que “me ama”, me de la espalda y pretenda que no existo más en el mundo.
No, no soy un ególatra que espera que la vida del mundo gire en torno a él mismo. Tal vez es que no termino de entender la forma de amar de las personas.
Dicen que con el amor viene el perdón y que con el perdón se reafirma el amor.
He amado y he perdonado, o al menos eso creo.
De las “ofensas” que más trabajo me han costado superar están las salidas del abandono y la indiferencia. Seguramente porque desde pequeño me tocó vivirlas, nunca he sido capaz de aceptar bien a bien el hecho de que alguien que se supone que “me ama”, me de la espalda y pretenda que no existo más en el mundo.
No, no soy un ególatra que espera que la vida del mundo gire en torno a él mismo. Tal vez es que no termino de entender la forma de amar de las personas.
Este año me topé con alguien a quien amé con gran intensidad pero de quien no recibí caridad, mucho menos cariño, en mis horas más oscuras. No la culpo porque de haber estado en su lugar y al verme en el estado en que me encontraba, también me hubiera ido sin mirar atrás y sin querer recordar lo que vivimos. Pero una cosa es lo que dice la razón y otra muy distinta la que siente el corazón.
¿Cómo olvidar y hacer a un lado aquel sentimiento de soledad y desamor que viví con tanta intensidad?
Hoy sé que su intención no fue la de lastimarme y fue por eso que pude darle mi perdón, pero todavía me cuesta trabajo aceptar cómo fueron las cosas para ponerlas en el lugar que les corresponde, en el pasado ya lejano.
Me siento tonto al darle tal vez demasiada importancia a algo que hace un siglo ya no la tiene, pero así soy yo, fiel a los afectos que alguna vez vivieron en mi corazón.
No le deseo nada malo, por el contrario, le doy gracias a la vida por haberle dado todo lo que tiene porque lo merece y porque ha sufrido mucho para llegar hasta donde está.
Esta Navidad lo único que quiero pedir es ver mi sueño de alcanzar la paz del perdón que sólo di de palabra, hecho una realidad.
Terruce G. Grandchester
Diciembre 2009