Anjou nadaba sigilosamente por las azules playas mediterràneas en busca de Adam.
Hacìa mucho que no le veìa, pero sabìa que estas aguas eran sus preferidas.
Repentinamente, a Anjou se le fue lo sigiloso porque sabìa que, a esas alturas, su adorado tormento de ojos amarillo ocre, no podìa ni verla ni oirla. Asì que con su màs dulce y melodiosa voz, llamò a Adam.
Sin tardar màs que cinco olas en llegar a la playa, ese monumento de hijo de Neptuno, apareciò ante su sorprendida vista. Que estuviera acostumbrada a ver hombres hermosos como Terry y Neil, no implicaba que hubiera perdido su capacidad de asombro ante la belleza masculina.
-Hermosa Anjou, ¿hace cuànto no nos vemos?
-No sabrìa decirte, el tiempo pasa tan desapercibido en el fondo del mar...
-Tienes razòn, de cualquier forma, te he extrañado.
-Y yo a ti, me hace falta tu agudo sentido del humor, pero he venido porque quiero que conozcas a alguien especial.
-¿Una hermosa sirena?
-No, no es sirena pero es hermosa. Està de visita en el Reino y me gustarìa presentàrtela.
-¿Y crees que yo le agrade?
-¿Què no sabes que en el fondo tengo vocaciòn de casamentera? ¡¿Còmo podrìas no gustarle?
-Favor que me haces, pero no es para tanto...
-Vamos, la modestia la puedes meter en aquella concha que està al sur... allì la dejas guardadita y me acompañas, ¿te parece?
-Si tu dices que es hermosa, te creo. Pero, ¿serà tambièn inteligente? Mira que la hermosura no es lo ùnico que cuenta en una mujer.
-Hermosa, inteligente y talentosa -dijo Anjou sabiendo que a Adam esa combinaciòn le parecìa perfecta.
-No digas màs, dèjame ir a por una perla azul que tenìa reservada para una ocasiòn especial. Sabìa que serìa para una hermosa mujer.
Regresò con una maravilla de la naturaleza, de esas que toman años en producirse.
-Y dime, querida amiga, ¿cuàl es el nombre de la futura dueña de este azul obsequio?
-Mimi.
-Pues desde ya, me gusta hasta su nombre...
-Ejem... Adam... Sòlo hay un pequeño detalle y es que si yo ando de casamentera, el agasajado de la celebraciòn que hay en el Reino, anda de "espantatritones"...
Hacìa mucho que no le veìa, pero sabìa que estas aguas eran sus preferidas.
Repentinamente, a Anjou se le fue lo sigiloso porque sabìa que, a esas alturas, su adorado tormento de ojos amarillo ocre, no podìa ni verla ni oirla. Asì que con su màs dulce y melodiosa voz, llamò a Adam.
Sin tardar màs que cinco olas en llegar a la playa, ese monumento de hijo de Neptuno, apareciò ante su sorprendida vista. Que estuviera acostumbrada a ver hombres hermosos como Terry y Neil, no implicaba que hubiera perdido su capacidad de asombro ante la belleza masculina.
-Hermosa Anjou, ¿hace cuànto no nos vemos?
-No sabrìa decirte, el tiempo pasa tan desapercibido en el fondo del mar...
-Tienes razòn, de cualquier forma, te he extrañado.
-Y yo a ti, me hace falta tu agudo sentido del humor, pero he venido porque quiero que conozcas a alguien especial.
-¿Una hermosa sirena?
-No, no es sirena pero es hermosa. Està de visita en el Reino y me gustarìa presentàrtela.
-¿Y crees que yo le agrade?
-¿Què no sabes que en el fondo tengo vocaciòn de casamentera? ¡¿Còmo podrìas no gustarle?
-Favor que me haces, pero no es para tanto...
-Vamos, la modestia la puedes meter en aquella concha que està al sur... allì la dejas guardadita y me acompañas, ¿te parece?
-Si tu dices que es hermosa, te creo. Pero, ¿serà tambièn inteligente? Mira que la hermosura no es lo ùnico que cuenta en una mujer.
-Hermosa, inteligente y talentosa -dijo Anjou sabiendo que a Adam esa combinaciòn le parecìa perfecta.
-No digas màs, dèjame ir a por una perla azul que tenìa reservada para una ocasiòn especial. Sabìa que serìa para una hermosa mujer.
Regresò con una maravilla de la naturaleza, de esas que toman años en producirse.
-Y dime, querida amiga, ¿cuàl es el nombre de la futura dueña de este azul obsequio?
-Mimi.
-Pues desde ya, me gusta hasta su nombre...
-Ejem... Adam... Sòlo hay un pequeño detalle y es que si yo ando de casamentera, el agasajado de la celebraciòn que hay en el Reino, anda de "espantatritones"...