El Pañuelo Y el sonido de aquellas notas aceleraron el ritmo de tu corazón y no pudiste evitar detener el torrente de recuerdos que aun a pesar del tiempo siguen siendo tus fieles compañeros, esbozaste una sonrisa que llego a tu ojos , recordando a aquel jovencito arrogante a quien le entregaste tu corazón sin saber realmente el por que, nunca hubo palabras de por medio, solo detalles que hablaban mas que su constante manera de tratarte, unas ocasiones rudo, otras dulce y tierno, nunca había medias partes con él , era todo o nada y era ese carácter tan apasionado que hacia único a Terry Grandchester y no hubo manera de que no pudieras idealizarlo. Extrañamente el corazón vuelve a brincar y late tan de prisa que parece rebasar todas las leyes de la naturaleza o mas bien crees morir de un infarto, respiras hondo para calmar aquellos nervios que traicionan tu postura, no es el momento de desfallecer, quizá mas adelante, nuevamente dibujas esa sonrisa tan tuya y miras a la gente que te rodea y que te mira a su vez con mal sana curiosidad e hipocresía al mismo tiempo, lanzas un suspiro es el mismo ambiente de siempre, solo que hay algo diferente lo sabes y lo notas, los nervios parecen no dejarte y continuas caminando haciendo a un lado a la gente, el ambiente se vuelve mas extraño a tu alrededor y no sabes precisar el ¿por que? O quizás si. Cómo siempre la suerte que parece tu peor aliada se interpone y solo logras colarte hasta la parte de arriba en una zona que no esta abierta al publico, refunfuñas y pataleas, mas luego tu clásico optimismo te levanta del piso. Sin importarte nada y pensando que es por una buena causa, violas nuevamente las reglas de aquel absurdo letrero de “Prohibido el paso”, jamás en tu vida has cumplido, así que dan igual las tantas enseñanzas de Sor Grey. Finalmente has logrado tu propósito y sin querer en el mejor de los asientos y privado, nada mal después de todo, la luz se ha apagado y tu corazón se agita inquieto, ansioso, esperando, añorando, el ambiente se ha vuelto mágico y misterioso, ¿o es tu imaginación quien juega?, lagrimas brotan por tus lindos ojos al ver su regia figura aparecer finalmente, llenando con mas magia aquel recinto, en solo suspiro bebes de su esencia, la única que tu conocías y que solo era tuya, pero hay algo mas, su pasión, su arrojo, su voz aterciopelada encandilando tus oídos y vibras y lloras todo al mismo tiempo. Observar como ha logrado que su sueño se haya hecho realidad te llena de infinito orgullo, aunque nunca dudaste, él había nacido para declamar con tal ímpetu los sonetos de Shakespeare. Te percatas que no eres la única que se ha dado cuenta y disfruta de su talento y vibras junto con los aplausos que recibe gracias a su interpretación, te levantas tú también en tributo a su arte, deseando con el corazón que su camino jamás se desvíe. Tomas entre tus manos el único que sabe de tus lagrimas y el dolor que su partida te ocasiono, aquel pañuelo que alguna vez colocó en tu brazo y que es el único recuerdo tangible que tienes de esos tiempos, y ahora el único testigo de las emociones que has experimentado gracias a él, si, a Terry Granchester. |
Atlántida de Terry